Prácticas de supervivencia: una forma concreta de volver a conectar con la naturaleza

 

Supervivencia: ésa sí que es una palabra que da miedo. Cuando oí la palabra «supervivencia» pensé en derrumbe, colapsología, cualquier cosa con un futuro aterrador… entonces conocí a algunos instructores experimentados… y participé en mi primer curso.

A menudo hablamos de la necesidad de volver a conectar con la Naturaleza, con lo Vivo, pero la fórmula no suele venir acompañada de la recomendación. Y yo tendía a abordar el tema a través de la mente.

El curso de supervivencia no tiene nada de militar; de hecho, hace más hincapié en la convivencia y la cooperación que en el rendimiento físico. Se empieza por adaptarse al ritmo y a las dificultades de los miembros del grupo. Hay un tipo de atención a los demás, una especie de benevolencia intuitiva que se desarrolla muy rápidamente en este tipo de viaje. Está muy lejos de los grupos que visitan el mismo lugar turístico emblemático.

Pronto se expresan las necesidades esenciales de cobijo, comida y agua, y el grupo se pone manos a la obra, ya sea de forma espontánea o siguiendo las instrucciones del guía. Se monta el vivac, se cuelgan las hamacas y los que terminan antes que los demás van a aconsejar o ayudar a los aprendices. Se forman subgrupos para buscar agua, pescar o recoger fruta. Algunos se afanan en encender un fuego para preparar la noche que se avecina. Otros prefieren imaginar cómo mejorar su vivac, adaptando un tronco de árbol para que sirva de banco, o construyendo una mesa con ramas y atada con lianas…

En resumen, la comunidad es activa según sus capacidades y conocimientos, pero se siente segura con la sola presencia benévola del grupo.

Este curso es una forma de reconexión con el entorno, una manera pragmática de experimentar este vínculo, esta dependencia y, sobre todo, el hecho de ser parte integrante de la Naturaleza. Mediante el aprendizaje de gestos y técnicas básicas, todos ellos directamente relacionados con el medio ambiente, los participantes experimentan una forma concreta de espiritualidad, reaprendiendo a interpretar los mensajes que envía la Naturaleza, con vistas a la «supervivencia». Pero esta experiencia, y las reflexiones que inevitablemente la acompañan, acaban siendo una forma de cuidar de nosotros mismos, de nuestras relaciones con los demás y con nuestro entorno.

Recuerdo el asombro de uno de los viajeros, contándonos en el desayuno su sueño de esa noche, mientras decía que nunca recordaba sus sueños: «No sabía que la naturaleza podía hablarme…».

Si esto te suena a algo que te gustaría hacer, si estás dispuesto a salir de tu zona de confort, ponte en contacto con nosotros para saber qué experiencia se adaptaría mejor a ti, sin ponerte en riesgo.

También puedes consultar los viajes que presentamos en este sitio: Conocimientos

 

William Wadoux

William Wadoux

Fundador de Arakis Travel, autor de «La Voie des écovillages» (El Camino de las ecoaldeas), ingeniero de formación, salvado por el espíritu de los amerindios, aventurero de corazón.

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