Autores: Lilia Garcén y Claudio Ardohain
Resumen : La Geobiología es una disciplina integradora orientada hacia el mejoramiento de la relación entre humano y lugar. Asimismo puede contribuir a la armonización y aprovechamiento de lugares que ejercen un efecto sobre la bioenergética del visitante.
Prólogo: Este texto se publica con el acuerdo de nuestro buen amigo Claudio Erdohain, que está acompañando un increíble viaje iniciático en Argentina.
Cada lugar sobre la Tierra tiene su propio carácter, el cual puede afectar a los sentidos, la salud y la conducta del hombre. Este carácter, genius loci, o “espíritu del lugar”, está constituido por características particulares del paisaje, del suelo, del clima, de la vegetación, etc. (Norberg-Schulz, 1974). Asimismo existe una respuesta emocional a las condiciones geográficas, climáticas y ecológicas (Hellpach, 1992).
Así como existen lugares que pueden perjudicar nuestra salud y estado de ánimo, hay otros que favorecen nuestros procesos sanadores. También hay lugares especiales en la Naturaleza, donde el hombre puede experimentar estados trascendentes de consciencia, favorecidos por estas características (Ardohain, 2000).
Turismo Bioenergético
El turismo bioenergético (bios + energeia = energía vital) apunta al propósito esencial del turismo: brindar al viajero un descanso restaurador (para “recargar las baterías”), apuntando específicamente a su salud y bienestar, aprovechando de la mejor manera posible las condiciones especiales del lugar. Desde ese punto de vista, todo turismo debiera ser bioenergético. Esto incluye el respeto por las reservas naturales y la preservación de los sitios históricos, especialmente los sagrados, que habitualmente coinciden con zonas de peculiares características geobiológicas, como veremos más adelante.
Este enfoque puede inscribirse y combinarse dentro del turismo alternativo, el de salud, el cultural, el rural y también de aventura. Puede aplicarse tanto en hospedajes urbanos como rurales, en spas, resorts o campings.
Cada paisaje tiene un efecto determinado sobre las personas, por eso, para su distensión y descanso, algunos prefieren el mar, otros la montaña, otros el bosque, etc. Los factores naturales, la predisposición física y los condicionamientos inconscientes son determinantes. La influencia que cada lugar, natural o construido ejerce sobre los seres vivos, ha sido estudiado por geomancias (lectura del lugar) milenarias como el Feng-Shui chino y, actualmente, por ciencias integradoras como la Geobiología.
Geobiología
La geobiología (geo+bios+logos) estudia la relación entre los seres vivos y el lugar geográfico en que viven. Desde ese punto de vista, los geobiólogos, integrando varias disciplinas, se dedican a evaluar todos aquellos factores, naturales o artificiales, que puedan afectar el bienestar humano, desde la calidad de aire interior, la contaminación electromagnética y las radiaciones telúricas, hasta el efecto de los colores y las formas sobre la salud y el comportamiento.
Dentro de las prospecciones geobiológicas se estudian especialmente las radiaciones telúricas, como venas de agua subterránea, fallas geológicas, tramas de campo magnético natural como las redes de Hartmann y Curry o las llamadas “chimeneas telúricas”, que son como columnas de aire ionizado que conectan las corrientes telúricas con las atmosféricas. La combinación de estos componentes del subsuelo puede conformar puntos alterados llamados geopatógenos, que por larga permanencia en ellos pueden resentir la salud, o focos que favorecen procesos curativos. La escala va desde lo planetario hasta lo doméstico.
La Geobiología se basa, para su detección, tanto en instrumentos electrónicos, como en la radiestesia (capacidad del cuerpo humano de percibir alteraciones bio-energéticas), también llamada “arte del zahorí” y en la observación de sus efectos en el entorno, que es la técnica más desarrollada por los pueblos originarios.
Estos efectos se pueden detectar en la naturaleza, ya sea en las formas del paisaje, en el crecimiento anómalo de la vegetación o el comportamiento de la fauna. En las construcciones hallaremos patologías, como rajaduras o humedad en las paredes. En el equipamiento se acusará un mayor desgaste o corrosión, o mal funcionamiento sobre las zonas alteradas. Y en las personas, alteraciones en la salud, el comportamiento y la sensación de confort. De allí la importancia de estos estudios en las instalaciones de los hoteles y lugares de descanso, como explicamos al hablar de bio-alojamiento.
Lugares sagrados y sitios de poder
“Y Dios dijo (a Moisés): ¡No te acerques más! Quítate tus sandalias, porque el lugar en que estás parado tierra santa es.” Exodo 3, 5.
Las antiguas culturas descubrieron que las experiencias místicas eran alcanzadas más fácilmente en lugares que consideraban sagrados. Los filósofos griegos, por ejemplo, sostenían que el plenum (substancia mágica) brota del suelo en determinados lugares, como Delfos, donde las pitonisas caían en éxtasis. Esto les ayudaba a elegir un temenos o espacio sagrado. Los romanos, por su parte, creían que todo lugar tiene su propio genius loci o espíritu del lugar, pero un sitio sagrado tiene un numen o espíritu superior. Los místicos anasazi realizaban sus ceremonias en las kivas, alrededor de orificios en el suelo, llamados sipapus, de los cuales tomaban el aliento de la Tierra. Los sioux creen en un poder de los lugares sagrados llamado skan que tiende a influenciar la mente del shamán. Los mapuches realizan sus rogativas, en especial el nguillatún, en lugares específicos determinados por la machi, ricos en newén o fuerza vital, donde se establece el rewe o área sagrada. Muchos lugares sagrados están situados sobre venas de agua subterránea, fallas geológicas, rocas magnéticas o vetas de cuarzo. Actualmente, gracias a la geobiología, estamos redescubriendo el sentido radiestésico que nos permite percibir anomalías telúricas (de la tierra), tal como muchos animales detectan el mejor lugar (de acuerdo a su especie) para sus madrigueras, o el campo magnético terrestre para orientarse, o sutiles cambios del campo eléctrico natural antes de un terremoto.
En el caso del hombre, la identificación de un “sitio de poder”, que definiríamos como un lugar con características bioenergéticas especiales, se da tanto por los pueblos originarios (conexión antropológica o arqueológica), como por las tradiciones religiosas, por el patrimonio histórico o, actualmente, por observaciones de anomalías diversas (explicadas por la ciencia o no), como avistaje de luces y otros fenómenos.
En el caso de nuestro país, los sitios de poder precolombinos, reconocidos por nuestros aborígenes, han sido ocupados muchas veces por templos cristianos, en especial de órdenes como los jesuitas y dominicos, que también tienen tradición de detectar y aprovechar estos lugares (Bassler, 1998). Por su parte, masones (Comisión para la Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad de Buenos Aires, 2003) y espiritistas (u otras escuelas esotéricas) también han ubicado sus construcciones o incluso edificios públicos (como bibliotecas, museos y sedes de gobierno) en “puntos fuertes”, por lo general urbanos, muchos de ellos ya declarados patrimoniales.
Por lo tanto, hay una responsabilidad por parte de los funcionarios, los operadores, los guías y el público en general, hacia la preservación de estos lugares tan especiales (Ardohain, 1997). Según Paul Deveraux, la información que transmite un sitio de poder es holográfica (Devereux, 1993). Es decir, el todo está en las partes y las partes en el todo. Pero si el todo empieza a deteriorarse por la destrucción, saqueo o perturbación de las partes, la “imagen” total resulta incompleta.
Es importante aclarar que los sitios de poder son aptos para inducir estados alternos de consciencia y facilitar determinadas prácticas terapéuticas, pero por su particular configuración bioenergética no son aptos para vivienda o descanso por largos períodos. Algo semejante a lo que ocurre con las aguas termales.
Muchas personas acuden a los lugares sagrados para obtener alguna guía inspiradora o fuerzas de sanación. Otros lugares son considerados sagrados porque allí algo extraordinario sucedió (o sucede regularmente). Pero se trate de un fenómeno alucinatorio o no, el lugar es convocante.
[2] Argentina